HIPNOSIS PSICOSOMÁTICA
¿Qué es la Psicosomática?
La psicosomática estudia la profunda interrelación entre mente y cuerpo, reconociendo que ciertas experiencias emocionales no resueltas pueden expresarse a través de síntomas físicos. No se trata, como a veces se malinterpreta, de una enfermedad "imaginaria" ni de un trastorno mental, sino de una manifestación real que refleja cómo hemos vivido, sentido y gestionado situaciones significativas en nuestra historia.
Nuestro organismo es sabio: cuando no encontramos palabras o recursos para afrontar un conflicto, a veces es el cuerpo quien lo expresa. La psicosomática no busca culpables, sino comprensiones.
Desde este enfoque, acompañamos a la persona a identificar qué vivencias o conflictos emocionales están en la raíz del síntoma, cómo fueron percibidas y gestionadas en su momento, y qué memorias siguen activas a nivel inconsciente. Entender qué pasó y cómo lo viviste permite, muchas veces, desbloquear esa información congelada y facilitar un proceso de sanación.
También se reconoce que, al igual que existen factores estresantes que pueden propiciar la aparición de una enfermedad, hay factores de protección que fortalecen nuestra capacidad de adaptación y recuperación. El objetivo de una intervención psicosomática no es solo volver al equilibrio anterior a la crisis, sino generar una transformación que potencie el bienestar y la conciencia.

Del síntoma a la conciencia: otra manera de escuchar el cuerpo
Durante generaciones, hemos aprendido que, ante una enfermedad, lo correcto era acudir al médico y salir con una receta en la mano. Esa receta —pequeña, concreta, tranquilizadora— representaba algo más que un tratamiento: era un símbolo de que la causa del mal venía de fuera, y que alguien con bata blanca sabría cómo solucionarlo.
Para muchos, esto resultaba cómodo. Entregar la responsabilidad al profesional era casi natural. Como quien lleva el coche al taller, confiábamos en que alguien "arreglara" el problema sin tener que entenderlo.
Y aunque es cierto que la medicina de urgencias y cuidados intensivos ha logrado avances impresionantes —y sigue siendo fundamental—, también es cierto que, ante ciertas dolencias persistentes, crónicas o funcionales, las respuestas convencionales no siempre bastan. La receta ya no calma. Y algo en el fondo de nosotros empieza a hacer nuevas preguntas.
¿Qué me quiere decir mi cuerpo?
¿Por qué esta enfermedad y no otra?
¿Por qué ahora?
Sabemos que hay múltiples factores que pueden intervenir en el origen de una enfermedad: genéticos, microbianos, ambientales, alimentarios, emocionales… Y sí, tener una etiqueta diagnóstica puede tranquilizar, pero a menudo, cuando escuchamos con más atención al enfermo, esa explicación se queda corta. Porque la mente busca algo más: busca sentido.
¿Y si dejáramos de ser sujetos pasivos del proceso y comenzáramos a ser participantes activos?
¿Y si, en lugar de silenciar el síntoma, aprendiéramos a escucharlo?
El cuerpo habla en el único idioma que aprendió cuando las palabras no expresaron.